2004:Intervenciones

Proponen los artistas la colocación de una barrera de sonido / escultura de plexiglás, titulada Silent, desde el Museo de Escultura al Aire Libre en el Paseo de la Castellana hacia la calle del Marqués de Riscal. Este tipo de barrera de sonido se coloca normalmente a lo largo de las autopistas para limitar la contaminación acústica de los que viven a su alrededor. Pero los ambientes urbanos y los habitantes de las ciudades también sufren los efectos de la insidiosa contaminación sonora. El propósito de esta obra es crear áreas tranquilas y silenciosas dentro del complejo y congestionado espacio urbano y crear una escultura que conecte con las que ya están allí situadas. En lugar de ser un monumento relacionado con el pasado, como lo están las otras esculturas en el área, Silent es una obra sobre el espacio y el proceso. Es un trabajo interactivo que crea un lugar donde la gente puede disfrutar de paz y tranquilidad; donde pueden pensar, leer o conversar. Ésta es una condición normal en el campo, donde hay muchos lugares en los que un hombre o una mujer pueden disfrutar de la tranquilidad y en lugares donde el ambiente urbano ha sido reducido y comprimido. Espacios como el que les gustaría crear son escasos, frágiles y preciosos. Quieren los artistas hacer de esta pieza un regalo/trabajo artístico a los ciudadanos de Madrid, como un acto de generosidad para que mejore su calidad de vida, un gesto efímero.

Las pantallas acústicas, como su nombre indica, son barreras construidas para desviar las ondas sonoras disonantes que se crean con la interacción de los automóviles con el asfalto. Al crecer, los países industrializados, como los pertenecientes a la Unión Europea, han comenzado a ocupar con viviendas las zonas de terreno disponibles, esos espacios marginales que quedaban a lo largo de las autopistas y las carreteras. Las comunidades de la periferia se han desarrollado en estos espacios y han creado nuevas estrategias y soluciones para controlar ciertas cualidades desfavorables como la contaminación sonora y del aire. Las pantallas acústicas son uno de estos inventos. Pero la ciudad es también un lugar donde este tipo de contaminación existe. El proyecto es fundamentalmente un rediseño, una reconstrucción y una recolocación de un artefacto industrial disponible que pasa de su lugar primigenio a lo largo de la autopista a uno incluido en la estructura urbana y cercano a un barrio muy activo, el entorno del eje de Castellana. Es un “readymade” recontextualizado y configurado para aliarse con un plan urbanístico que lo redefina como un lugar menos ruidoso al mismo tiempo que crea una obra de arte como un gesto ondulante de transparencia pura.

Se ha realizado un gesto específico en el que es especialmente importante el modo en el que el proyecto interactúa con el espectador. Las barreras de sonido utilizan muy diferentes tipos de materiales para reconfigurar las ondas de sonido que emanan de la autopista. Tanto si son de plexiglás, vidrio, piedra o cemento, la decisión es en su mayor parte estética. Lo que es importante para la configuración y la manipulación del ruido es el ángulo en el que se coloca el material que en este caso es de cinco grados. Este ángulo puede ir hacia la autopista o alejarse de ella dependiendo de a dónde quiera dirigirse el sonido, si hacia los coches o, por el contrario, proyectado en el espacio sobre la barrera. En este caso se ha decidido utilizar ambas estrategias en la producción de Silent. La obra, de 70 metros de largo, está situada en medio del bulevar y cambia de cinco grados hacia el tráfico a cinco grados que se alejan creando un desplazamiento máximo de diez grados. Estos diez grados tendrán una gran importancia para cómo el sonido es reconfigurado primero y experimentado por el espectador después.

Pero hay otros niveles del discurso que actúan subliminalmente y que son muy importantes para definir las relaciones sociales, políticas, históricas y psicológicas de nuestro proyecto que deben incluirse. Como se menciona más arriba, esta obra de arte público conectará profundamente con las personas que la vean y que interactúen con ella. Su reiteración del paisaje urbano creará significados metafóricos y analógicos como una escultura social que debe cruzarse. Esta reiteración es visual, acústica y física.

En primer lugar, su transparencia enmarcará de nuevo ciertas escenas prestando más atención a ciertas estructuras mientras simultáneamente decrece la presencia de otras. En segundo lugar, los urbanistas y los arquitectos que durante mucho tiempo han formado parte de la cultura del espectáculo y que ahora diseñan estructuras para que no crezca la estimulación. Todos estamos sobrestimulados por los sonidos de nuestra cultura tecnológica y necesitamos más paz. Esta obra disminuye el sonido mientras al mismo tiempo juega con él. Estamos también interesados en el modo en el que esas barreras de sonido operan en espacios de indeterminación separando la cultura nómada de la autopista de la prístina domesticidad de la vida sedentaria; como si la barrera fuese impenetrable al sonido pero permeable a otras formas de información permitiendo a estas muy diversas culturas el interpenetrarse formando morfologías híbridas. En nuestro cambiante, veloz y globalizado mundo este tipo de hibridez forma una analogía importante para cómo otras muy diversas culturas basadas en muy diferentes discursos pueden mezclarse y mutar. Especialmente en su más reciente manifestación como hojas de plexiglás transparente, estas barreras comienzan a operar como un extrema pero necesaria forma de vida para coexistir en cercana proximidad creando nuevas posibilidades de un tipo de tercer espacio, para emerger.

Debemos considerar estas obras relacionadas con experimentos escultóricos del pasado y no podemos hacerlo sin señalar las misteriosas similitudes morfológicas que estas estructuras tienen con las de Richard Serra, con las que comparten también fuertes características perceptivas y fenomenológicas, aunque su énfasis sobre la belleza y su mensaje socialmente positivo son conceptos muy diferentes de aquellos que le interesaban. Juntos, estos más profundos niveles de significado se dirigen a interactuar con las características materialistas de esta escultura física situada en un mundo real y físico. Pero leyendo la estructura de estos modos diferentes la obra se hace metafísica e inmaterial.

Ubicación

Paseo de la Castellana, entre Eduardo Dato y Marqués de Riscal

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