2008:Arte sonoro

1. 5'01"

El material que da origen a la composición son grabaciones históricas realizadas en cilindros de cera (en alemán, ‘Walze') procedentes del archivo del Museo Etnológico de Berlín. La grabación original se realizó a principios del pasado siglo.

Büttner procesó los sonidos y los ruidos del cilindro de cera utilizando un ordenador y combinándolos para formar una nueva composición. Le interesaba la interacción de la ‘memoria' grabada, la imaginación (¿quién cantaba/interpretaba el qué, dónde y por qué?) y la desintegración de la información a causa del material (ruido de fondo, fallos técnicos, descomposición), el desvanecimiento de los contextos semióticos, y, por último, su proceso electrónico. Su método consistía en contrastar e integrar el sonido de los cilindros de cera y el contenido de audio que soportaban.

La grabación y el almacenamiento de ‘información de audio' irrelevante le hizo sentir curiosidad y le inspiró para trabajar con el material. Al igual que la viejas fotografías que pierden claridad lentamente, la ‘información de audio' desaparece o cambia, bien por la descomposición del medio o, en el nivel semiótico, por la ignorancia del oyente que, cuanto más viejo se hace el material, sólo puede imaginar cómo pensó o vivió la persona cuya canción o música se interpretan póstumamente.

En su ensayo Die helle Kammer (título inglés: Camera Lucida) Roland Barthes describe la situación paradójica que se da en la coincidencia del pasado y el presente, y que tiene lugar cuando se contemplan fotos antiguas. Un efecto similar se consigue a través de la reproducción sonora renovada de voces grabadas procedentes del pasado. Naturalmente, esto es cierto de cualquier grabación, pero se intensifica por la antigüedad de las grabaciones realizadas en cilindros de cera. Después de todo, es probable que todas las personas que crearon la música estén muertas. La impresión de una época pasada se ve incrementada por rastros técnicos como crujidos, susurros, etc., comparables al cambio de colores, los pliegues, los arañazos y las manchas de las viejas fotografías.

Acerca de la colección del Museo Etnológico:

A finales del siglo XIX, Thomas Alva Edison patentó el fonógrafo e hizo posible por primera vez la grabación y la reproducción de sonidos. Utilizando un embudo, las ondas sonoras se recogían y -como en los discos de vinilo- quedaban grabadas en un cilindro giratorio de cera por medio de una aguja que estaba fija en una membrana.

La colección del Museo Etnológico de Berlín comprende treinta mil cilindros de cera que se almacenan en el sótano del museo. Aquí pueden hallarse de nuevo desde 1993 ya que permanecieron perdidos durante casi cincuenta años en la URSS y en la República Democrática Alemana.

Muchos de los cilindros se rompieron durante el transcurso del tiempo o se deformaron o, por otros motivos, resultaron irreproducibles, y en su mayor parte el índice de contenidos brinda escasa información.

El museo ha publicado -por desgracia sólo unos pocos- discos compactos que contienen las grabaciones fonográficas, en las que, sin embargo, el ruido de fondo de los ruidosos cilindros se redujo cuanto fue posible. En su labor de proceso, Büttner sólo utilizó grabaciones directas con todos los ruidos técnicos, errores, susurros, etc.